En la clase de Lengua es habitual estudiar registros lingüísticos, variedades dialectales geográficas, errores gramaticales, léxico… Muchas veces se hace de forma poco contextualizada. Por ello, propusimos una actividad a nuestros alumnos de secundaria que les permitiera reflexionar sobre las características lingüísticas de las personas a partir de un elemento de intriga: un secuestro.

La actividad que realizamos con nuestros alumnos de 3º y 4º de ESO fue investigar un secuestro inventado pero presentado como real que solo podía ser resuelto mediante pruebas lingüísticas. Para llevar a cabo esta dinámica, dividimos a los alumnos en grupos de tres o cuatro personas con un dispositivo con conexión a internet. El resto del material fue proporcionado por el docente, a través de una plataforma digital creada para el proyecto.

resolver un secuestro a través de la lingüística

A lo largo del mismo se reflexiona sobre elementos del lenguaje que normalmente se trabajan por separado, además de contextualizar el contenido con el fin de fortalecer la motivación y así favorecer la integración de los aprendizajes. Al acusado se le debía asignar un “perfil lingüístico”, reflejando su variedad dialectal, su nivel de educación, su formalidad de registro, etc., para determinar su idiolecto a partir de los rasgos lingüísticos característicos de su texto. Todo esto requería la cooperación entre los componentes del grupo, ya que la decisión debía tomarse de común acuerdo.

un secuestro escolar

El punto de partida fue el siguiente: trasladamos a todo el grupo a un espacio fuera de la escuela, sin dar más información. Al llegar, encontraron un área delimitada con cinta policial para poder acceder. Allí, en el suelo, había un cartel amarillo con el número «1» y un texto anónimo escrito por el secuestrador. La trama estaba servida, pues los alumnos ya habían entendido que se había producido algún tipo de delito y que iban a tener que investigar.

En ese momento les informamos que había habido un secuestro en la escuela y que la policía necesitaba su ayuda. Para acceder a la información del caso a investigar, se les facilitó un código QR, enlazando con una presentación creada con la herramienta ‘Genial.ly’. En esta misma plataforma, había una página donde se encontraban los perfiles de los sospechosos.

El lenguaje oral y escrito como pistas para resolver

Cada una de las pistas que descubrieron eran fragmentos de lenguaje, hablado o escrito, de las diversas personas involucradas en el caso. Se refirieron a perfiles de diferentes edades, procedencias geográficas, profesiones y estudios. Para ello, se presentaron correos electrónicos, notas de voz, conversaciones de WhatsApp, facturas… que mantuvieran la coherencia lingüística para cada idiolecto.

Resolver un secuestro usando la lingüística

A medida que recibieron y resolvieron correctamente las pistas, obtuvieron los códigos que desbloquearon la información de los distintos sospechosos. Una vez descubierta la identidad de cada uno de ellos, llegó el momento de deliberar, cotejar las pistas y acusar con pruebas lingüísticas a uno de los sospechosos.

Una acusación por aspectos lingüísticos

Lo más importante era no perder de vista el objetivo de la actividad: reflexionar sobre los aspectos lingüísticos para acusar al presunto culpable. Es decir, los alumnos debían contrastar el texto anónimo, que sabían que había escrito el secuestrador, y compararlo con el resto de textos a los que habían tenido acceso. Para hacer la acusación formal, tenían que proporcionar justificaciones lingüísticas en apoyo de su acusación y luego enviarlas a través de un formulario en línea.