Ver el móvil antes de acostarse es un hábito que se ha desarrollado entre los jóvenes en los últimos años. Según datos de un estudio de 2021 de la Revista Italiana de Pediatría, el 81,5 % cambió su patrón de sueño durante la pandemia y muchos tuvieron dificultades para conciliar el sueño. “Algunos pueden recibir o enviar hasta 100 mensajes por día a través de sus dispositivos móviles”, explican. Además, según otro informe de Unicef, los adolescentes pasan más de 5 horas al día frente a la pantalla del móvil, duermen con él en el dormitorio, se conectan todos los días o acceden a contenidos no adaptados a su edad.

Esta situación se convierte en el caldo de cultivo en el que aparece el llamado “vampirismo tecnológico”, un fenómeno que obliga a revisar el móvil antes de conciliar el sueño. Este hábito genera problemas para dormir, provocando irritabilidad, fatiga, dolores de cabeza e incluso problemas de crecimiento.

Un problema para la salud mental y física

No dormir lo suficiente resulta en problemas físicos y mentales que pueden afectar la calidad de vida de quienes la padecen. Las necesidades de sueño varían a lo largo de la vida según la edad: según las recomendaciones de la National Sleep Foundation, entre los 6 y los 13 años la media de sueño es de 9 a 11 horas diarias. Por otro lado, los adolescentes necesitan unas nueve horas de sueño y tienen cierto retraso en conciliar el sueño.

vampirización tecnológica

Pero, ¿y si no se descansan las horas necesarias? El profesor Chema Lázaro señala al respecto: “Este problema afecta al crecimiento, porque el sueño es el momento en el que el cuerpo se regenera, “limpia”, reestructura y prepara para un nuevo día. En los adolescentes, esta falta de sueño puede afectar tanto cognitiva como socioemocionalmente.

Avec lui, Clara Marco, psychologue pour enfants spécialisée dans le sommeil et l’attachement chez Sleepy Kids, affirme que de nombreuses études concluent que le manque de sommeil -et pas seulement en quantité mais aussi en qualité- affecte une grande variété de fonctions dans cuerpo. “Precisamente en la adolescencia, el crecimiento se acelera y las exigencias de aprendizaje son altas, lo que hace que el descanso sea especialmente importante”, explica. Unas consecuencias aprobadas por la Asociación Española de Pediatría, que también señala que los malos hábitos de sueño pueden tener consecuencias negativas en el crecimiento y desarrollo de los adolescentes.

Reducción de la capacidad de atención y problemas escolares.

La falta de descanso no solo afecta la salud de los adolescentes sino también su rendimiento académico, ya que el sueño juega un papel fundamental en el desarrollo del cerebro, los procesos de aprendizaje y la consolidación de la memoria (Solari, 2015). “Se ha demostrado que tras una noche sin dormir, al día siguiente la capacidad de asimilación de nuevos conocimientos se reduce en un 40%, es decir, la capacidad de memoria se reduce en un alto grado, entre los que se debe incluir la pérdida de agilidad motora. habilidades y lapsos de atención”, explica Marco.

A esto se suman sentimientos de irritabilidad y un comportamiento aún más irritable. “Debido a la falta de sueño, les cuesta concentrarse y mantener la atención en los estímulos, es decir, son mucho menos eficientes. Se sienten más irritables, más inestables emocionalmente hasta el punto de tener tendencias más conflictivas… En definitiva , tienden a gestionar peor sus emociones en todas las fases”, apunta Lázaro.

Limitación de pantallas y ejercicio físico para mejorar la higiene del sueño

Según los expertos, una de las principales recomendaciones para hacer frente al «vampirismo tecnológico» es limitar el tiempo de exposición a las pantallas. Para la psicóloga Sleepy Kids, es fundamental que los padres den un buen ejemplo, desde edades tempranas, del uso racional y saludable de las TIC. Y por ello recomienda limitar el tiempo y los espacios de uso, como, por ejemplo, no permitir su uso en la comida, la cena, en habitaciones cerradas o al acostarse.

“El uso de pantallas antes de irse a dormir puede provocar que los menores entren en un estado de activación incompatible con la relajación previa necesaria para dormir. Además, las luces azules y blancas que emiten las pantallas inhiben significativamente la producción de melatonina”, especifica Marcos.

La actividad física y la diversión más allá de los dispositivos electrónicos también son algunas de las ideas para evitar este problema. Lázaro también destaca la importancia de dejar suficiente espacio entre la cena y la hora de acostarse así como apostar por “unas horas de familia, lectura o dinámicas similares que desplacen la exposición a las pantallas para mejorar la conciliación del sueño”.